El Conocimiento: 14 - El Santo Grial


Escrito II
EL CONOCIMIENTO


14- El Santo Grial

Alcanzamos Madaba, cerca de Ammán, ya anochecido. A la mañana siguiente Jeshua nos ofreció, con su característica sonrisa, unos billetes de avión.
—No hagáis preguntas —nos dijo—, si los aceptáis son vuestros.
Nos miramos y asentimos. Meryem los tomó y vio su destino: Paris. Me los pasó, me fijé en la fecha y horario y la salida era… ¡en dos horas!
No nos quedaba mucho tiempo.
No os preocupéis —nos recalcó—, ya está todo solucionado, un taxi os espera en la puerta del hotel.

En cuestión de segundos recogimos las pocas pertenencias que poseíamos. Nos despedimos de Jeshua con un fuerte abrazo y el corazón acelerado con un… ¡Hasta pronto!
En pocos minutos embarcamos en un avión de las Aerolíneas Jordanas…

A la llegada al aeropuerto de Orly un hombre, junto a la salida de pasajeros, destacaba con un cartel con nuestros nombres. Nada nos indicó Jeshua sobre él. Nos aproximamos y él al vernos nos saludó, parecía reconocernos.

—Quizás Jeshua le dio nuestra descripción, ―me comentó Meryem.
—Posiblemente —le contesté.
—¡Hola! —nos saludó—, Jeshua me pidió que os recogiera en el aeropuerto y os entregara un sobre. ¡Tomad!

No nos dijo su nombre. Vestía con un traje negro impecable, en la solapa destacaba una insignia con una rosa roja. Todo en él era… intachable.
Nos acompañó hasta el aparcamiento proporcionándonos las llaves de un coche.
—Abrid el sobre y sabréis hacia donde os dirigiréis —nos dijo el enigmático anfitrión.
Sin más se despidió.
Le agradecimos lo que hacía por nosotros e inmediatamente nos introdujimos en el vehículo.
Unos segundos de silencio y un sobre que encerraba nuestro próximo destino nos quemaba en las manos. Así pues, sin dudar más Meryem le abrió, dentro un mapa y un nombre: Rennes-le-Château.

Nos esperaba una larga jornada en carretera hasta alcanzar el sudeste francés.
Llegamos a Carcassonne al atardecer. Paseamos por sus viejas murallas llenas de historia, una triste historia que algunos desean que permanezca en el olvido. Y sin embargo, anclada en el subconsciente resurge una vez más para cerrar viejas heridas que no acaban de cicatrizar.

Recordaba la historia vivida en estas tierras tiempo atrás…

Los cátaros no aceptaban la autoridad de reyes, obispos, ni del Papa. Vivían en la austeridad y entregados por completo con sus semejantes rechazando los bienes materiales, se ganaban el pan con su sudor al contrario de los sacerdotes católicos de la época. Para ellos, hombres y mujeres eran iguales en todo. Todo un peligro para un cristianismo venido de Roma que esclavizaba a los pueblos y discriminaba cuando no negaba a la mujer. Rechazaban la violencia, y en una Europa hastiada de ésta y del autoritarismo sus adeptos fueron creciendo convirtiéndose en un peligro real para el “orden” establecido.
El enfrentamiento con la iglesia de la época debido a las profundas diferencias entre ella y los cátaros hizo que estos últimos fueran exterminados, masacrados, en nombre de un cristianismo que nada tenía que ver con el mensaje de Jesús de Amor y Verdad y sí mucho con el poder terrenal…

Amanecía en Carcassonne, la primavera se sentía en todo su esplendor y el nuevo día prometía ser cuanto menos singular.
Salimos hacia Rennes-le-Château temprano, poco más de media hora de carretera y la colina en que se asienta este pequeño pueblo se abría ante nosotros. Un enclave privilegiado para contemplar un hermoso panorama con las altas montañas pirenaicas al Sur.

Llegamos a la cumbre del monte y paseamos por sus calles llegando a la iglesia consagrada a María Magdalena que tanta controversia genera hoy en día. Pero mejor que las leyendas… impregnarnos del lugar. Después de observarla con detenimiento nos sentamos en un banco, pues el silencio que reinaba nos invitaba al recogimiento.

Una suave música comenzamos a percibir. Meryem y yo, de pronto, nos encontramos en un lugar diferente y atemporal. Ante nosotros una potente luz que nos deslumbraba sin dañar se fue acercando hasta cubrirnos por completo y una Voz nos habló:

—Yo soy la Luz y vosotros el Cáliz.
—Estoy en vosotros como vosotros estáis en Mí. Somos un solo Ser, como fue, es y será por la eternidad.
—La Sangre Real es hoy la Luz que ilumina los corazones y las mentes de quienes buscan la Verdad.
—Mi linaje se perpetua en aquellos que aman y mi Luz os guiará en todos los pasos que deis. Nada debéis de temer pues la oscuridad nada es, su realidad sólo vive en las almas cubiertas con corazas, las cuales están cayendo por momentos y quedando desnudas ante sí mismas.
—Estoy en cada uno y todos los seres. Escuchaos y me oiréis.
—Amo por igual a ricos y pobres; a los que me adoran y me niegan; a quienes me conocen y repudian; a quienes me aman y me odian.
—Poco a poco me encontraréis en vuestro interior, pues no hay uno solo de vosotros que no anhele la liberación y cuando llame a mi puerta se dará cuenta que siempre estuvo abierta para él.
—Mi Hijo pródigo volverá a su Hogar cuando así lo desee. Cuando comprenda que el mundo ilusorio ya no le satisfaga sus deseos, entonces las palabras: “Yo Soy la Verdad, el Camino y la Vida” resonaran en su mente y en su corazón. Un hermano suyo guiará sus primeros pasos como el padre guía las de su pequeño hijo para después dejarle que él elija su camino: senda de iluminación y liberación.

—Y mi Luz les colmará como hoy es una realidad en vosotros.

—Y recordad siempre que el Amor consiste en DAR, pues sólo el que da puede recibir. Dad, compartid mi Luz y ésta se multiplicará y entonces conoceréis. Y aquello que pidiereis de corazón, lo recibiréis.
—Así, este mundo se elevará a sí mismo cuando la rosa esté a punto de abrirse. Seguid regándola y dándole vuestra Luz, entonces la trasplantaré a mi jardín y a vosotros con ella. Aún hay tiempo.

La Luz no se fue de nosotros, se hizo una con nosotros. Nos miramos y comprendimos el misterio del Santo Grial, el Cáliz Sagrado.
El Grial buscado desde hace siglos. ¡Cuántos lo buscan y que pocos lo encuentran!

La Voz enmudeció y nos encontramos otra vez sentados. La iglesia se había llenado de feligreses y curiosos, cada uno buscando posiblemente su propio camino de regreso al Hogar.

Salimos y contemplamos en la lejanía cómo las nieves perpetuas cubrían las más altas montañas reflejando el Sol de la mañana.

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Ángel Khulman